Por su aparente fragilidad, un wiki abierto (no todos lo son) debería entrar en la categoría de bien común, tal y como la plantea Benkler (o procomún, término que también me parece un acierto): algo a cuidar como un parque, un idioma o un libro de la biblioteca. Una especie de isla de información abierta a la construcción narrativa, que sólo puede y debiera ir a mejor.
Por su demostrada robustez, un wiki bien cuidado (no todos lo están) podría entenderse como el perfecto CMS y la mejor herramienta para la transparencia radical. Sólo hay que echarle imaginación y ganas, por ejemplo, al surtido infinito de extensiones de MediaWiki.
¿Por qué no imaginarse una futura Internet en que todas las páginas web fueran wikis? Cada una albergaría proporcionalmente tantos editores como interés suscitara, y seguramente tantos enemigos como los primeros fueran capaces de controlar. Una especie de vandalismo proporcional a su importancia, a su exposición en buscadores.
Porque también están los wikis sin voluntad de muchedumbre: blocs de notas sin márgenes, ni tampoco más pautas que las que su editor quiera darle para anotar, listar, planificar y/o recordar sobre la marcha. Wikis digamos que personales.