Adaptación de post publicado el 02/05/2013 en eldiario.es
Enric Senabre: Desde comunidades digitales de código abierto, hasta grupos rurales o indígenas preservando su tierra y sus usos, pasando por ejemplos de patrimonios culturales en todo el mundo como son las lenguas, una vez que alguien comienza a pensar en el procomún (en tanto que recursos que se mantienen en común, al margen de la propiedad privada) éste parece estar en todas partes, bajo muchas formas. ¿Hasta qué punto compartes esa percepción? ¿O los ejemplos digitales y presenciales de procomunes, pese a ricos y variados, son una parte minoritaria de la vida y la sociedad en comparación con el Mercado y el Estado?
David Bollier: Si bien es posible acercarse a la idea del procomún como “bienes comunes” (es decir, las cosas que compartimos) cuanto más profundamente uno se adentra en el procomún, especialmente como participante, más obvio resulta que el procomún es como una lente diferente para entender el mundo. Así como la cultura del Mercado tiene su propio orden implícito sobre cómo debemos relacionarnos con la naturaleza, con los objetos y con los demás, del mismo modo el procomún implica una forma diferente de percibir y de ser. No se trata de transacciones impersonales, mediadas por dinero y que se traducen en el intercambio de bienes para progresar materialmente en base solo al interés de uno mismo, ese paradigma básico del mercado. El procomún en más un verbo que un sustantivo. Se trata de compromisos sociales y negociaciones en constante evolución para la gestión responsable de un recurso compartido. Por lo tanto el procomún no es sólo el propio recurso, en tanto que artefacto o algo físico, sino la comunidad y sus prácticas, los valores y la cultura que se acuerdan para la gestión del recurso. Todo ello es siempre algo en proceso, una dinámica en desarrollo. No es sólo “una cosa”.
El procomún pueden ser un modelo amenazante para muchos agentes corporativos y gubernamentales, ya que propone un empoderamiento de las personas y un papel diferente, más activo para la gente que el simplemente consumir o votar. También sugiere otro tipo de legitimidad social y moral, y las diferentes formas de satisfacer las necesidades de cada uno. Por lo tanto suele darse una tensión cultural entre la perspectiva del procomún y las nociones convencionales de “ciudadanos que envían peticiones al Estado para que cambie”. Si bien hay inmensas diferencias entre tipos de procomún (especialmente aquéllos que tienen que ver con los recursos naturales y la información digital) el paradigma social básico es el mismo: “¿Cómo puede una comunidad distinta proteger un recurso compartido en el tiempo y asegurar que el sistema siga siendo accesible y utilizable de modo justo y equitativo?”
Enric: La conferencia internacional The Economics of the Commons que tendrá lugar este Mayo en Berlín, de la que eres co-organizador junto a diferentes expertos e instituciones, tiene la finalidad de explorar nuevas ideas, prácticas y alianzas alrededor del procomún. Surge tras intensos talleres en diferentes regiones del mundo, junto a muchas personas involucradas en el estudio y la experiencia directa en la acción colectiva y la gestión colectiva de recursos. Aunque la conferencia tendrá lugar en Alemania, y Europa se encuentra ahora en un proceso político y económico muy especial debido a las dinámicas depredadoras de la economía de Mercado, ¿cómo ves la evolución de los “commoners” o “procomuneros” y sus comunidades de práctica en conjunto, desde una perspectiva global? ¿Cuáles son para ti las principales diferencias entre procomunes poniéndose en práctica o defendiéndose en diferentes partes del mundo?
David: A pesar de que hay enormes diferencias entre agricultores filipinos, hackers brasileños, comunidades de subsistencia africanas, eruditos que publican en revistas de acceso abierto, los jardineros y agricultores de una comunidad, y muchos otros, las tenazas de la economía de Mercado están empezando a revelar que todas estas personas tienen mucho en común, como procomuneros. Por lo general, sufren la presión o son víctimas de los mercados, y ahí su patrimonio común está convirtiéndose en una poderosa fuente de autoabastecimiento, de solidaridad y de identidad. Así que la gente está empezando a despertarse y ver que sus comunidades (que incluso pueden no reconocer como un procomún) son formas alternativas de creación de valor, fuera del Mercado y el Gobierno. Eso está llevando a una nueva conceptualización de la política y la gobernanza, a un nuevo abanico de posibilidades más allá de las disponibles a través del concepto de ciudadanía tradicional (es decir, la votación, la promoción de políticas, etc). Este cambio de perspectiva se puede ver en la proliferación de “movimientos alternativos” que se niegan a trabajar en “el sistema” porque se dan cuenta que el sistema es demasiado corrupto, ineficaz o dominado por corporaciones que quieren lograr lo que sea a toda costa. La primavera árabe, el movimiento Occupy, los Indignados, Anonymous y muchos otros, son síntomas de una profunda insatisfacción con la maquinaria económica y política neoliberal, la cual está provocando enormes daños e incumplimientos de promesas.
A la luz de todo esto, el gran reto para los procomuneros de todo el mundo es descubrirse entre sí y coordinar libremente su trabajo aprendiendo unos de otros. Debemos empezar a formular una visión más desarrollada, una filosofía y un conjunto propuestas políticas, sin dejar de tener en cuenta, cuidar, gestionar y mejorar cada procomún individualmente. No obstante, no veo esos esfuerzos evolucionando hacia una nueva ideología o movimiento centralizado, ya que el procomún se basa más en prácticas sociales (participación, debate, negociación, experimentación, gestión auto-organizada) que en un formulaciones intelectuales. Pero muchas variantes “fractales” del procomún necesitan (re)conocerse y darse cuenta de que no están aisladas. Este reconocimiento abre la puerta a nuevos tipos de conversaciones y a la cooperación transnacional, a pesar de las diferencias significativas entre procomuneros que viven en diferentes lugares. Por ejemplo, los agricultores de los países del Sur pueden utilizar el lenguaje y la identidad del procomún para hacer valer nuevos tipos de solidaridad con los habitantes de los países industrializados, que están tratando de relocalizar sus economías y luchar para limitar el alcance del copyright y las patentes. Cada uno funciona en diferentes circunstancias, pero cada uno se enfrenta también a batallas muy similares y podría convertirse en una fuerza poderosa al reunirse. Piensa por ejemplo cuántas fuerzas comunes y basadas en el P2P o redes entre iguales se unieron para luchar contra el ACTA. Un tipo de conversaciones y colaboraciones políticas que están aún en una fase muy temprana.
Enric: Para la conferencia se tendrá especial cuidado en evitar una “sectorialización” de la discusión en torno al procomún, fomentando una “narrativa general” coherente con el concepto que está nutriendo el cambio social global y aplicándose a través de diferentes sectores. ¿En qué medida crees que las diferencias entre las experiencias digitales y offline del procomún, así como entre las personas y sus prácticas cotidianas en ese ámbito, podrían generar una discusión no constructiva o incluso fricciones?
David: Existen importantes diferencias culturales entre los procomuneros que trabajan en espacios digitales y los que están trabajando, por ejemplo, la tierra, el agua, los bosques o la pesca. Pero creo que es en el mejor interés de todos ellos y ellas, sin importar su dominio específico, el reconocer que: (1) El procomún no debe ser absolutamente definido por el recurso gestionado, sino por los valores, las prácticas y la ética cultural de bienes comunes más generales. (2) Las líneas entre el procomún ecológico y procomún digital se confunden tanto que no tiene sentido separar los dos reinos. Todos los procomunes se basan en la colaboración social y en el conocimiento compartido. A veces, este proceso implica el Internet, a veces no. (3) Sin importar su procomún específico, las personas que los integran tienen intereses comunes en el desarrollo de una visión del mundo alternativa para hacer frente a las patologías del capitalismo de mercado y validar algunas alternativas constructivas, positivas (digamos que del “sector procomún”). Mi esperanza es que los procomuneros puedan libremente reconocer y aprender de sus diferencias (¡que son las que nos hacen humanos!), sin que esas diferencias de vuelvan divisivas y destructivas. Todavía hay un montón de relaciones personales que deben desarrollarse, junto con más de aprendizaje y reflexión. Espero que la conferencia en Berlín del 22 al 24 de mayo ayude a avanzar en esos objetivos.
Enric: En relación a próximos pasos para la acción en la expansión y refuerzo del procomún, ¿qué modelos ves surgiendo alrededor como alternativa a los modelos económicos y de aprovisionamiento actuales? ¿Y en la política? ¿Qué transformaciones en este sentido crees que son más relevantes para un nuevo tipo de sociedad?
David: Creo que estamos en las primeras etapas de un rico proceso de experimentación e innovación basados en el procomún, gran parte de ello acelerado por Internet y por nuestra creciente conciencia de nosotros mismos y de nuestro trabajo como procomuneros. También estamos aprendiendo un montón al (re)descubrir modelos muy antiguos de gestión de procomunes que ni siquiera han sido considerados como tales, como sucede en comunidades indígenas y tradicionales. Las lecciones que estamos aprendiendo van más allá de la identificación de nuevos “modelos” y realmente implican el aprendizaje de nuevas formas de vivir uno su propia vida y de ver el mundo. En cualquier caso, nuevas ideas están surgiendo con más rapidez cada día, y constantemente se están compartiendo y mejorando, a nivel mundial. Vosotros participasteis en el reciente Primer “Wikisprint” Iberoamericano, entre procomuneros latinoamericanos y españoles y proyectos P2P. Ése fue un gran ejemplo de la rápida creación de redes y el descubrimiento mutuo, y tuvo lugar en torno a un conjunto altamente disperso de bienes comunes digitales. Creo que los nuevos sistemas de colaboración digital y de crowdfunding constituyen una enorme promesa, así como procomunes “eco-digitales” que combinan el uso de Internet con la agricultura y otros recursos naturales, o en las cooperativas y modelos de consumo colaborativo, así como en nuevos modelos a través de plataformas digitales que están intentando incrustar “sistemas constitucionales” de gobernanza y normas dentro de sí mismos (leyes algorítmicas, se podría decir, a la manera de Bitcoin). Eso reduce al mínimo la necesidad de tomar como referencia a las instituciones tradicionales del Estado y el derecho convencional para reconocer las preocupaciones de cada individuo y hacer cumplir las reglas (ya hemos estado allí antes y sabemos cómo termina la historia por ese camino).
Pero más allá de cualquier modelo en particular, el verdadero reto es idear maneras mejores y más fiables para que un procomún siga siendo un bien común. Esto es, ¿cuáles son los nuevos y/o mejores mecanismos sociales, tecnológicos y jurídicos para prevenir parcelamientos de lo que es común? La apropiación privada de nuestra riqueza común para finalidades del Mercado sigue siendo el reto más importante para cualquier nuevo modelo de intercambio y aprovisionamiento. Cualquier nuevo modelo no sólo debe estar basado en lo común, debe activar procomunes reproducibles (capaces de replicarse mediante la prevención de parcelamientos destructivos). Por ejemplo, muchas plataformas abiertas pueden albergar actividades y bienes del procomún, pero no necesariamente pueden impedir la apropiación corporativa de lo que producen. Ése puede ser el próximo gran desafío para el movimiento de la “apertura”: diseñar sistemas eficaces de gobernanza para asegurar que en situaciones así un procomún sigue siendo un procomún. Afortunadamente, a medida que Internet y las redes digitales se vuelven omnipresentes en el planeta, cada vez tiene más sentido el imperativo de diseñar nuevos tipos de estructuras de gestión basadas en el procomún. Ésa es sin duda la mejor manera para que un grupo de personas en torno al procomún obtengan el mayor valor de las redes abiertas (y no sólo en un sentido financiero o monetario). Aquí he escrito algo más al respecto, por si alguien quiere seguir profundizando.